viernes, 20 de junio de 2008

Dolores (cuento)

Los invito a leer uno de mis cuentos mientras escuchan "No hay Dolor" de No Te Va Gustar:

Cierto día Benson dejó de caminar.

Su familia y sus amigos continuaron con sus vidas como siempre, sin notar el detalle de que el viejo Benson permanecía sentado en su mecedora de caoba en la puerta de la sala de estar.

Poco a poco dejó de prestar atención a los demas y decidió ojear fotos viejas. Se emocionó con recuerdos de la decada del 30 que casi no tenía presentes. Su porte duro, rígido, metido dentro de aquel traje gris al bajar del barco lo hizo reirse. Reía solo, era un estorbo en una sociedad donde los viejos eran descartables.

Las fotos del casamiento borraron su risa, que bien le quedaba aquel vestido blanco. Benson sufrió el primer dolor en el pecho, como si un sicario hubiese llegado hasta él totalmente en silencio para clavarle una daga en el pulmón. Una lágrima mojó la foto del beso, ese primer beso de Señor y Señora Benson.

Después desfilaron tristezas y alegrías, el viejo Chevette azul de dos puertas cuyo carburador parecia tener vida propia y funcionar según su estado de ánimo, la casa de campo, la mecedora de caoba que ella le regaló. Otro dolor, esta vez el sicario apuñaló más arriba, en el corazón.

Uno de sus nietos pasó cerca, tomó un libro de la biblioteca y tras un breve "chau abuelo" desapareció por el pasillo del fondo.

Benson pensó en encender la estufa, pero se olvidó enseguida. Ultimamente le costaba una enormidad recordar cosas efímeras, como encender una estufa o tomar una pastilla. La cabeza la utilizaba en recordar cosas mas importantes, cosas como que perfume usaba ella, cual era su canción preferida, la forma en la que gemía y gritaba cuando hacía el amor, el aroma de su piel mientras dormía después, la claridad de sus ojos cuando lo despertaba a la mañana, el olor a café...

El sicario perdió los modales, y comenzó a tirar de su brazo izquierdo hacia el suelo, lo que generó más dolor en Benson, a lo largo del brazo y mientras hundía puñaladas en el corazón.

No le importaba, pensó en ella.

Una foto le trajo a la memoria los últimos días, cuando estaba casi irreconocible salvo por el brillo de sus enormes ojos marrones. Inclinado sobre la izquierda y con el brazo entumecido, fue embestido por el sicario vestido de negro que lo miraba desafiantemente. No podía entender como aquél viejo enclenque que no había caminado en días no caía al piso fulminado. Benson soportaba el tercer preinfarto seguido, estoico, a sus noventa y tres años de vida.

No le importaba, ya nada más le importaba. En la habitación de al lado su hija discutía con su esposo por dinero, si lo gastaban en ampliar el cuarto del abuelo que necesitaba mas espacio o en renovar el auto. Uno de sus nietos ojeaba las fotos de la revista porno que escondía dentro del libro de historia que acababa de llevarse y el otro fumaba a escondidas en el patio mientras miraba al cielo y pensaba lo sólo que estaba y lo cruel que era su vida.

Mozart, el Settler Irlandés que lo acompañaba hace veinte años lo miraba fijamente y gruñia al sicario. No podía verlo, pero su olfato le decía que estaba allí.

Benson estiró la mano derecha y lo llamó. - Calma - le dijo - no pasa nada. No hay porque preocuparse. - Mozart se echó en el piso hasta que el viejo relojero cayó desplomado y entonces aulló de dolor, seguido en cadena por el resto de los perros del barrio.

Unas semanas después la mecedora de caoba se vendía en E-Bay por algunos dólares, y Benson ya no necesitaba fotos para recordarla, y mucho menos, dolores.-

Germán.-

(cuento e imagen escrito, diseñado y propiedad de Germán y Viejo Carromato)
.

6 comentarios:

panterablanca dijo...

Qué relato más precioso. Me he emocionado hasta la lágrima.
Yo siempre he pensado que a cierta edad, se empieza a echar muchísimo de menos a los que ya se fueron, y ésa es la señal de que la hora de partir está cerca.
Espero que "La Bodega" sea todo un éxito.

Lu Villar dijo...

Muy lindo cuento!!!!


Me encantò, posta.. que loco no? mientras todos los demàs no le daban pelota, el morìa..

Por eso creo que hay que valorar cada momento, y cada detalle con los seres queridos, con todos, pero màs con los mayores..


besote ger!

La Niña Pon y su Flequillo dijo...

Precioso señor carromato!. Me hizo acordar a mi abuela cuando se quedaba colgada mirando a la nada... siempre me dio la sensación que se acordaba de mi abuelo.

Y con lo de la mecedora me resonó a eso de los muebles usados... yo tengo muchos muebles del mercado de la pulgas... y claro, deben tener su historia como esa mecedora que vendieron en E-Bay.

Muy bueno, de verdad!!

Muchos besos!!!

Carla dijo...

Preciosa tu historia. Muy sensible y cruda al mismo tiempo. Un trocito de realidad. Algo que nos puede pasar a todos cualquier día de estos (y me refiero tanto a ser el abuelo, como la hija, o el nieto, o el marido de la hija, e incluso el perro...)

Te dejo estas ideas, inconexas tal vez en cuanto a la gramática, que se me han venido a la cabeza, entre otras, al leer tu cuento. Era lo que pretendías. ¿Verdad?

Anónimo dijo...

Qué bueno Germán!!!... eso sí, doloroso hasta la médula...

Etèria dijo...

Estupendo relato, con una sensibilidad que estremece.

Besitos